viernes, 24 de junio de 2022

 

Érase una vez… en el país de los burros, la mula reinó

Por Claudia Fernández

Imagínese el lector un país gobernado por burros, sí, ese noble animal de carga, vilipendiado y muchas veces echado al olvido, pero en este caso engreídos y orgullosos de su poder. Hasta un día.

En medio del caos y el desorden que habían provocado entre ellos mismos, pues no querían, bajo ninguna circunstancia renunciar a su poder, ya que discutían, peleaban entre sí. Las envidias y la mediocridad eran la tónica imperante en este ilusorio país de los burros.

Hasta que un día apareció en el reino una yegua, elegante, de gran alzada, ojos tristes y muy desorientada. Estaba perdida entre la multitud de burros y burras, hasta que pidió auxilio. El silencio fue inmediato, pero no duró mucho tiempo y los burros volvieron a su cotidianidad de discutir quién sería el director de la recua.

Pero hubo uno que sí se fijó en la yegua joven y de gran alzada, y creyendo comer con su dama, le ofreció ayuda, a lo que ella accedió de buena fe. Pero el burro pensaba aprovecharse de ella y así lo hizo. Transcurrido un tiempo, la yegua tuvo una mula, la que no se acostumbraba a las directrices de la recua, maquinando cómo iba a zafarse de este grupo de animales, que no hacían más que pelear y discutir.

Y decidió aprender la idiosincrasia y la psicología de los burros para poder enfrentarlos. Al cabo de un tiempo, la mula supo cómo vencer a los recua desordenada y arrogante, y logró, con paciencia y perseverancia, colocarse por encima de todos, pero sin que se dieran cuenta, y se alió a un grupo de cerdos del país vecino, quienes comenzaron a alimentarse de toda materia vegetal que encontraban, haciendo incursiones nocturnas, hasta que un día los burros no tuvieron qué comer ni como defenderse y entonces, la mula tomó la dirección de la recua, y como terca que era, los puso a todos bajo sus pies.

La lección de este cuento. No subestimes al otro que no está a tu nivel, ya sea económico o de poder. No maltrates a quien te adversa porque puedes pasar un mal rato. No ataques a quien no te ha hecho nada y solo ha hecho su trabajo. No juzgues el por qué se actúa de una manera, si has provocado reacciones adversas. En fin, que las palmas son más altas y los puercos comen de ella. A quien le sirva el traje, que se lo estrene.

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